Por Marta Traín
Sumideros de carbono
Para utilizar la madera correctamente hay que entenderla, y para entenderla hay que empezar por el principio: los bosques como sumideros de carbono. Los bosques son muy necesarios para el planeta y para nosotros, ya que albergan el 80% de la biodiversidad, mejoran la calidad del aire, regulan la temperatura, y otros muchos beneficios más. Por lo necesarios que son, precisamente, es imprescindible que se gestionen de forma sostenible.
Aunque nos pueda parecer extraño, la superficie de bosque en Europa está aumentando. Según datos del Banco Mundial, España ha ganado un 33,6% de superficie forestal desde 1990, pasando de un 27,65% de territorio natural cubierto por bosque en 1990 a un 36,9% en 2016.
La razón de este aumento es que los bosques se han dejado de explotar, ya que hemos dejado de talar para conseguir superficie para la agricultura, hemos dejado de usar la madera como material de construcción, como combustible, etc. Sin embargo, no ocurre así en todo el mundo, ya que en muchos países sigue habiendo deforestación debido a la silvicultura. Otra causa importante de la pérdida de hectáreas de bosque son los incendios, por lo que es muy importante la correcta gestión de los bosques.
Pero ¿qué es gestionar un bosque de manera sostenible?
Administrar y utilizar los bosques y terrenos forestales de una manera y a un ritmo que mantenga su biodiversidad y su potencial, para cumplir, ahora y en el futuro, con las funciones pertinentes en materia social, económica y ecológica a nivel global, nacional y local, y que no cause daños a otros ecosistemas. Esto quiere decir que la tala siempre es controlada, que se realiza según criterios que mejoren el bosque (por ejemplo, dar espacio a otros árboles) y controlando que el bosque no disminuya.
Para esto existen varios sellos que garantizan que se ha gestionado de manera sostenible, como PEFC y FSC – que serían el equivalente a los sellos verdes como BREEAM o LEED en edificación -. Hablando más en particular de los bosques, una de sus principales tareas, y que nos interesa especialmente para entender cómo la madera nos puede ayudar a reducir nuestra huella de carbono en la construcción, es el proceso de la fotosíntesis.
¿Qué es la fotosíntesis?
La fotosíntesis es el proceso bioquímico mediante el cual las plantas, las algas y las bacterias fotosintéticas convierten materia inorgánica (dióxido de carbono y agua) en materia orgánica (azúcares), aprovechando la energía proveniente de la luz solar.
Los elementos que intervienen inicialmente son el dióxido de carbono y el agua, los cuales son posteriormente convertidos en glucosa y oxígeno. Esta transformación tiene lugar gracias a la incidencia de la luz solar, que permite a la planta transformar el dióxido de carbono y el agua en los nutrientes que necesita (glucosa) y en oxígeno que es liberado como desecho (un desecho que nos viene muy bien).
Este es el principal mecanismo de nutrición de todos los organismos autótrofos que poseen clorofila – pigmento esencial para el proceso fotosintético -. El proceso de fotosíntesis es fundamental para el ecosistema y para la vida tal y como la conocemos, dado que permite la creación y circulación de la materia orgánica y la fijación de materia inorgánica. Este proceso es el que hace que los bosques sean sumideros de carbono, es decir, extraen CO2 de la atmósfera y se almacena.
Aprovechamiento de los bosques
En cada metro cúbico de madera hay atrapadas alrededor de 0,9t de CO2, lo que significa que la huella de carbono de la madera es negativa (ese m3 bruto supondría -0,9t de CO2). Gracias a ello, los edificios con estructura de madera tienen una huella de carbono muy baja, porque la huella de otros elementos es compensada por la huella negativa de la madera. Cuando un árbol se corta y su madera es utilizada en la fabricación de muebles, elementos constructivos, etc., el carbono permanece retenido fuera de la atmósfera durante la vida útil del producto. Por el contrario, cuando un árbol se quema en el bosque, el carbono almacenado es devuelto a la atmósfera de manera casi inmediata.
Esto nos lleva de nuevo a la importancia de gestionar el bosque. Hay que evitar a toda costa que las masas arbóreas sufran el abandono que están sufriendo a día de hoy miles de hectáreas arboladas en nuestro país. Un incendio forestal lanzaría en pocas horas el valioso stock de carbono atesorado lentamente a lo largo de los años; incendios forestales que todos los modelos pronostican se verán incrementados en frecuencia y severidad en los próximos años y serán más difíciles de extinguir sin los necesarios tratamientos previos.