Hoy, 14 de junio, se cumplen diez años de la inauguración de la Expo Zaragoza 2008.
La exposición de carácter internacional dedicada al agua y al desarrollo sostenible constituyó, sin duda, uno de los eventos que han marcado el devenir de la ciudad por cuanto aunó un empeño colectivo inhabitual y permitió la consecución de un buen número de transformaciones que, de otra manera, hubieran requerido un lapso muy importante.
Pasado este tiempo, el balance no puede ser sino muy positivo. Más allá de la propia actuación en el meandro de Ranillas, las infraestructuras que la acompañaron supusieron un decidido impulso a la ciudad.
Basta recordar el oportuno cierre de los cinturones perimetrales, la ansiada recuperación de las orillas del Ebro, la creación del Parque del Agua, etc.
Algunos de nosotros tuvimos la suerte de poder participar activamente, al ganar, junto a los arquitectos Daniel Olano, Andrés Navarro y Gabriel Lassa, el concurso para la realización del Pabellón de Aragón. Representar como arquitectos a nuestra comunidad en el evento internacional constituyó un reto y una gran exigencia.
A pesar de que la crisis económica desatada tras la Expo ralentizó el proceso planificado de transformación de los edificios que la habían albergado, hoy podemos felicitarnos ya que su revitalización es muy alta, aunque para ello se hayan tenido que desplazar numerosas sedes de instituciones u organismos públicos.
Por su parte, los espacios libres del recinto, el Paseo de la Ribera o el Parque del Agua son lugares de disfrute de numerosos ciudadanos que se acercan los fines de semana, y, quizás, de no haberse producido la excesiva especialización de uso de los edificios – mayormente administrativos -, se hubiese conseguido una mayor actividad en las horas vespertinas.
Quedan capítulos por cerrar y uno de ellos es el que concierne al Pabellón de Aragón, clausurado desde el fin de la Expo y tan solo utilizado en una de sus cuatro plantas, la Planta Calle, por los numerosos aficionados al skate y al patinaje que se reúnen de manera habitual para ejercitarse en sus rampas de acceso.
Mientras esperamos la decisión sobre su futuro, es alentador que algunos de nuestros convecinos no hayan esperado tanto para poder utilizarlo, aunque sea en un 25%.